
Este viento que ahora no noto es una conversación.
Y me dice que hay gente allí lejos que sólo sabe llorar.
Yo les miro en el horizonte y recojo angustias,
hago un nudo, levanto la cabeza y cojo aire,
devuelvo esperanzas y recolecto agradecimientos espirituales.
Me despierta el vuelo de una cigüeña.
Hasta las plantas ríen la insignificancia;
me doy cuenta con miedo.
Ahí fuera se intuye el despropósito coherente
-de la intolerancia.
Sin embargo, aquí me tienes reincidente.
Un hipocondríaco que sabe esquivar baldosas sucias
o grietas en el suelo, poco más.
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