El transistor ciega la realidad del sonido
y mis pasos van consonantes a otro irreal.
Cruza a mi paso un obrero que limpia calles,
mira y oxigena, reflexiona y sigue.
Tropiezo con el jardín de excrementos herido,
sorteo las suertes llegando a la acera lateral.
Vuelvo la esquina y grito: ¡no acongojes!
no mires ni oxigenes, simplemente finge.
No hay comentarios:
Publicar un comentario