
Entre medias, la náusea,
unos segundos que desdeñan las presencias,
como los lunes;
inquebrantables señores de la terquedad.
Y mirando al cielo, en este primer calor,
quiero entretenerme con lo indecoroso,
lamer si hace falta la sal de tu piel,
o inmiscuirme en tu cuarto cerrado.
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