
Encabritado, tal vez embrutecido,
por el miedo a este tedio.
Recuerdo que hubo gente valiente,
sentada en unos sitios de madera bañada en bronce,
aparentemente cómodos, y también incómodos en apariencia.
Ahí jugaban a lo que querían, libres y trabajosos, también ociosos.
Disfrazaban trazos minúsculos e infantiles,
consiguiendo auténticas descripciones;
coloreaban palabras conclusas, apartando toda realidad, y abrazándola.
Los cómplices entre la vida y sus vidas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario