
Y es asi que un buen dia decidí moverme un poco y cambiarme de lado de la cama, y parece que ese dia o ese pequeño impulso fue lo que llevó a fortalecer todo aquello de tal manera. Desde el momento que me levanté ya tenía los ojos más abiertos de lo normal, y también el corazón me latía como si me fuese a salir del pecho. Que momentos, la verdad es que no recuerdo lo que pensaba en tal ocasión, quizás que era un dia perfecto para morir de un infarto al corazón, no sé...Pero entonces, ya en la ducha el agua recorría mi piel como nunca antes, porque esta vez me dolía, era como agua lija, y el jabón y mis manos arañaban pero me hacían sentir vivo, más que nunca. Y el desayuno, toda la garganta abrasada por la leche fria, y la magdalea como si mordiera virutas de piedra, cuánto gusto. Decíase de un hombre absuelto, eternamente resignado. Y mi gata, tal vez la mate hoy, no puedo más, acaba con mis maltrechos oídos, con mi tinnitus esquizoide, con mis antíguos "Sonar". En pie, en la calle, miro y esquivo, como siempre, reclaman mis neuronas sus piernas morenas del sol; qué insulto más inapropiado, que manera de llamar la atención de una savandija. Os quiero.
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