
Como un misántropo
rozo las esquinas por no rozar tu olor,
y me desvanezco al entrar en sus guaridas.
Quien quiera que sea el desafortunado,
que me diga la solución exacta, sin compromiso,
como una fórmula matemática que salve mi escrúpulo y mi ira.
Suavizándome, dejando de lado tanta imbecilidad,
diezmando involuntarios actos paranoides.
No hay comentarios:
Publicar un comentario