
No pervierto las almas.
Primero admiro mi ceguera
Después levanto el vuelo
y arrastro un cuerpo torpe
hacia un desván vacío.
Ahuyento de este modo ilusiones
Y atraigo sospechas irracionales,
Todo un mundo de inquietudes hedonistas
Que apresuran miedo y sonrisas.
No pretendo un engaño
si no un disparate dispuesto a morder
la yugular de las cosas mundanas
y dar paso a una inmadurez absoluta
con una mirada al presente.
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