
Sentémonos, hay que hablar de algo.
Pon un número sobre la mesa de cristal,
el resto lo hará la mediocridad y el tiempo.
Si, hay esclavos como los de antes. Si,
y también hay algunos nuevos,
como los de ahora, nadando y regocijándose,
con barbas oliendo a alcohol, o manos agrietadas por el frio.
Hay sentencias que se escapan
apresurándose sobre los adoquines
o despedazando cualquier esfuerzo;
nublando la sonrisa más sensata.
Hay demora por conseguir,
hay lentitud y asfixia encaprichadas,
siniestros designios que dictan lo que en el fondo sabemos.
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