Carlos Clavijet
martes, 31 de octubre de 2017
¡Albricias!
Con romances, ¡albricias!
con señas y riñas.
El suspiro queda quieto
en el aire,
arremolinando los deseos
que cesan y expelen
ostias.
Duda cuánto tiempo
estuviste -y detuviste-
corrigiendo aciertos
o ensayos, muecas
y espantos,
fingiendo
que tus manos
son remedios y no
encantos.
Dale y ejercita
el abdomen de la codicia
mira tus rodillas
alucinadas
en estanques de risas desmedidas.
Los pueblitos observan
el desvanecimiento y el ocaso
con la nitidez
y la desgana del que sabe
-por tanto-
que en su silencio hay
abrazos y destellos
de un pasado que cabe
solo y entero
-ni si quiera en briznas o pedazos-
en las faldas calientes
de una cazuela
que no alberga si no
regalos.
jueves, 30 de junio de 2016
riscos de la desazón
Acaba la ternura de un caballo desbocado
gime inmundicias y corazón
Apresura y golpea fuerte mi pecho
anda libre entre cientos y cientos
brota del sepulcro que te acomodaron
Que no te dejen no es un fin ni un hecho,
vuelca y salpica el artificio de estos ramos
invierte el descaro donde amortajaron
¡Sé!
martes, 27 de agosto de 2013
Dolor
Quién me dice a mi
que en las suertes
lejanas a toda lidia
sea un asta tan afilada como la palabra
la que parta el corazón en tres.
Quién me dice
que no es el quebranto
a tanto hedonismo.
En los placeres
que divulgaste hay notorias
insatisfacciones; creo que ajenas.
Mis manos están nerviosas
como en lejanía a mi cuerpo.
¿Por qué? pregunto, Por qué.
que en las suertes
lejanas a toda lidia
sea un asta tan afilada como la palabra
la que parta el corazón en tres.
Quién me dice
que no es el quebranto
a tanto hedonismo.
En los placeres
que divulgaste hay notorias
insatisfacciones; creo que ajenas.
Mis manos están nerviosas
como en lejanía a mi cuerpo.
¿Por qué? pregunto, Por qué.
viernes, 30 de marzo de 2012
Eco 3.0
En lo dilatado y en lo exhausto
hallo dulzura excremental
como en los suelos vírgenes de humanidad.
Alzo la mirada y admiro un Chemtrail*
con sus cuadrículas polutivas
que emergen del misterio,
cabalgados de conspiración.
Ladeado y con el frío en las manos
reconozco el defecto
de semitonos pastel
que inundan la atmósfera y el desacuerdo,
copulando con lo disonante.
Y en el exterior,
vinculado a la furia sistemática,
emprenden viajes decenas y docenas
en pos de una aventura inigualable,
frenada sólo en su momento, en su presente,
y que quedará para siempre en papel de foto.
Un vino, en esta tarde rara,
dos vinos y tres, que adecúen,
que subrayen la inestabilidad
para ser vista por los motores espirituales,
para ser refrenada en lo absoluto,
para que podamos jugar desde la paciencia
de un sol exacto al que dibujas de niña.
jueves, 22 de marzo de 2012
Todo pesa
ante el sol de una mañana
hincha sus pulmones
pese a todo
y canta,
canciones extranjeras
y lejanas y extrañas
frecuenta copas
y suelos asfaltados
pese a todo
domina el salto diminuto
la quietud
la observación
la travesura
es un avión emplumado
es un señor
pese a todo
presuntuoso y coqueto
y excelente
me persuade
-lo sabe-
y sin esfuerzo
calma espantos
pese a todo
miércoles, 22 de febrero de 2012
Prestación bajo anestesia

Desafortunadas oportunidades
que se disipan en la crueldad de un brazo roto
desgastan la sensatez y el orden
minando la enciclopedia del entusiasmo,
resquebrajando inquietudes
y ahogándolos en ataúdes irrompibles.
El caso es que hoy pinta un cielo color índigo
y sin embargo hay oscuridades invisibles
que se mezclan con los honores y la honradeces
vestidas de luto blanco
o de sonrisas tan forzadas que ya rompen.
El sonido es el mismo, es un silencio
envuelto en zozobra, donde se disparan miradas
ocultas tras una máscara agotada de esconder lágrimas.
Resumiendo, escandalizado y perplejo, añado:
no quisiera esconderme como las avestruces
pero, qué demonios, echar a correr o gritar es lo mismo.
jueves, 17 de noviembre de 2011
Recomienzo infructuoso, supongo.

Administro en un bolsillo tus lágrimas,
las observo extrañado admirando tu salvaje alma,
miro al frente en un acto de indisciplina,
como un cobarde que no hace frente al tacto que predicas.
Frecuento con mis manos tus muecas pálidas,
merodeando como hielo entre los latidos de tu sol.
Semblante femenino, ése que destrona errores,
azótame unas cuántas veces, y otras cuantas mil.
Perplejo, como los dragones en sus orillas,
quieto, casi inerte, arrogante y escrupuloso,
meditabundo que no medita, acércate si quieres y comprende
que la vida te respira en la nuca, gritándote un poco de ti.
Vas por delante derribando todos los árboles;
el agua que hierve se está desbordando, así que abriga tu espacio.
Dilúyete en honestidad, deja de mentirte,
desgástate hasta llegar a un polvo fino
que se impregne en los poros de quien lo necesite.
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