miércoles, 24 de agosto de 2011

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Un gusarapo que rueda por sílices
tirando de detritos en forma de esfera
es una deidad para una civilización,
¿qué no será mi perenne tristeza?

Fluyen por mis tuberías
un torbellino de angustias
de tantos y tantos patrones
que sólo las puede matar una cuota
de buen alcohol y buenas vistas.

Me declaro caprichoso y malcriado,
y no por mis progenitores
si no por mis consecuencias, ya lo dijo Ortega.
Consecuancias que vinieron dadas
por una inmadurez a prueba de bombas.

Terquedad de mis labios,
torpeza de mis cariños, enclenques abrazos,
tristes sonrisas y palabras forzadas,
presas de la obligación y lo impuesto.

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